Las 3 reglas de oro de los diálogos

Por Olga Besolí, escritora, dramaturga y profesora de nuestro curso online de escritura de diálogos.

La parte más complicada de un texto narrativo, ya sea un relato breve, un cuento infantil o una novela, es ponerle voz a los personajes. Y todos queremos que nuestros personajes hablen y se expresen como deben, pero ¿cómo conseguirlo? Aquí te dejo con tres reglas a seguir.

 

Primera regla de oro: HAY QUE METERSE EN LA PIEL DEL PERSONAJE (Y ABANDONAR LA PIEL DE ESCRITOR)

Nuestros personajes ya no hablarán como nosotros.

¿Has oído alguna vez a un niño expresarse así?

—No me siento las extremidades por la repentina bajada de la temperatura.

¿Y qué pensarías de un profesor de arte que dice lo siguiente?

—Este cuadro está bonito.

En el caso del niño uno se pregunta: «¡Hala! ¿Cuántas carreras ha estudiado en su corta edad?» Con el profesor, todo lo contrario: «¿Seguro que este señor se licenció en Bellas Artes?»

¿Por qué sucede eso? Porque ni uno ni el otro hablan con propiedad. Es decir, el niño se expresa por encima de sus posibilidades y el profesor muy por debajo. Posiblemente, si damos por hecho que el escritor de ambos diálogos es el mismo, podríamos deducir que tiene un nivel alto en vocabulario pero conocimientos limitados en arte. Y claro, les ha puesto a los personajes las palabras que él mismo (o ella misma) diría ante ambas situaciones.

Así que, como primer paso para lograr unos buenos diálogos, vamos a hacer un esfuerzo y evitar que nuestros personajes hablen como solemos hacer nosotros. Es más, vamos a prohibirnos a nosotros mismos que nuestras expresiones y nuestra forma habitual de hablar salgan de la boca de nuestros personajes. Y si tenemos que darle voz a un niño, nos transformaremos en uno que use el vocabulario simple y directo de los niños:

—Mamá, no me siento los pies. ¡Hace frío!

Y si, en cambio, nos estamos poniendo en la piel de un profesor de arte (aunque nos toque estudiar un poquito la jerga que usan los artistas para ello), vamos a suplantar esa identidad para que nuestro personaje se exprese como lo haría alguien que realmente sabe de lo que habla:

—Esta pintura está muy equilibrada. Los colores bien conseguidos e integrados. Puede que le falle un poco la perspectiva,  pero las sombras están perfectamente ubicadas. En general, tiene profundidad.

¡Es fácil! Y lo mejor ¡es divertido! ¡Pruébalo! Coge lápiz y papel (vale, eso es muy anticuado, mejor tu tableta) y práctica poniéndote en lugar de distintos personajes para hacerles hablar. ¡Por todos los naufragios!, ¿cómo diablos se expresa un pirata? ¿Y una dulce ancianita? ¿Y un oso panda? ¿Y esa mujer de hace dos siglos de la novela que estás escribiendo?

 

Segunda regla de oro

NADIE HABLA PERFECTAMENTE (Y LOS PERSONAJES TAMPOCO DEBERÍAN)

Nuestros personajes van a ser tan humanos que tendrán defectos.

¡Sí, sí, lo que oyes! ¡Defectos! Porque resulta muy aburrido (y nada creíble) cuando todos nuestros personajes se expresan de forma perfecta, básicamente porque los humanos no somos así: tenemos distintos acentos, dejes y pronunciaciones; diferentes construcciones y uso de las palabras;  añadimos hábitos, coletillas y muletillas; y, algunos de nosotros, también sufrimos defectos del habla.

¿No me crees? Escucha atentamente a tu alrededor. ¿Cuántas personas se expresan sin errores de sintaxis? ¿Cuántas pronuncian perfectamente todas las palabras? Desde aquel estudiante francés que apgende espangol  hasta el que tiene un problema con las eses porque ez un poco zopaz, hay una gran variedad de pronunciaciones, muchas de ellas desacertadas.

En cuanto a las oraciones, tenemos construcciones malas por doquier, como cuando alguien dice que su hermano es más mayor que él, comparación incorrecta y redundante, pues mayor aquí es un comparativo que indica más grande o de más edad.

Y luego están esas coletillas y hábitos del habla, ¿vale?, que solemos usar cuando nos expresamos. O sea, que repetimos casi siempre sin darnos cuenta, ¿no?

Así que ¡pon todo esto en práctica! Haz que tus personajes reflejen el mundo real introduciendo peculiaridades y tal vez incorrecciones en su forma de hablar. Eso sí, siempre que resulte convincente y coherente con su personalidad (o no), porque… ¿Te imaginas al detective de tu novela negra intentando descubrir un terrible asesinato sin poder evitar que su voz suene gangosa? ¿Cómo serán sus interrogatorios? ¿Lo tomarán en serio los sospechosos? ¿Y qué sensación le causará al lector?

Tercera regla de oro

UNA PALABRA DE PERSONAJE… ¡VALE MÁS QUE MIL DESCRIPCIONES DEL NARRADOR!

Vamos a dejar de dar tantas explicaciones en torno a las palabras de los personajes.

Esta regla va para todos aquellos que piensan que añadir extensas acotaciones a los diálogos de los personajes mejoran sus conversaciones. ¡Es un fake! Lo que hace el exceso de información es enturbiar esas conversaciones, alargaaaarlas y volverlas pesadas y lentas.

—¿Qué haces aquí? —dijo asustado y enfadado al ver a Valeria. El susto era tal que se dispuso a servirse una copa.

—¿No te alegras de verme? —respondió ella y, con ironía, le pidió que le sirviera una copa.

Si te ves en la necesidad de acompañar las palabras de tus personajes con descripciones tan largas como estas, tengo una mala noticia para ti: ¡No le estás sacando el verdadero jugo a tus diálogos!

Porque prácticamente toda la información que aparece en una acotación de diálogo puede verse reflejada en las propias palabras de los personajes. ¿Te he convencido? Supongo que no demasiado. Pues aquí tienes un ejemplo:

—¡Arg! Valeria, ¡qué susto! ¿Qué mierda haces aquí?

—¡Vaya! ¿No te alegras de verme? Y ya que vas a servirte una copa, ¿puedes ofrecerme una a mí antes de que te dé un infarto?

¡Tachán! Esa es la magia de las palabras bien elegidas, que hace que la mayor parte de las veces no sea necesario usar acotaciones. Así que vamos a romper la falsa creencia de que hay que describirlo todo cada vez que un personaje abre la boca.

¡Y vamos a eliminar la mayor parte de las acotaciones de nuestros textos! ¡Vaya, si vamos a hacerlo!

¡Adopta estas tres reglas y verás cómo los diálogos de tus personajes brillan como el oro!

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