Cómo usar los silencios en escritura

Artículo escrito por Clara do Roxo, profesora del curso online de Relato y de Relato avanzado de Portaldelescritor.

Hace unos días leí unas líneas de un texto de la psicóloga Paula F. Rodríguez. Habla del silencio. El silencio como actitud. Y eso me dio pie a una reflexión: el silencio es un personaje más en un texto, es una forma de expresarse sin palabras, a propósito o no. No olvidemos que NO HACER NADA también es una forma de actuar ante un conflicto literario.

Recordemos que no todas las personas sentimos las emociones con la misma intensidad. No generalicemos sobre lo que significa el silencio, porque para cada una tendrá un grado diferente, pero el cuerpo… el cuerpo experimenta reacciones químicas ante las emociones y a través de lo que siente ese CUERPO FISICO dejaremos entrar al/a la lector/a dentro de la historia, porque sentirá las mismas sensaciones y emociones que el personaje.

Cuando uno siente una emoción, sea cual sea, el corazón se acelera, aunque hay veces en las que se desacelera, parece latir con menos fuerza; ambas sensaciones aparecen con frecuencia, es normal. En el corazón existen células nerviosas que permiten que pueda latir, incluso cuando dormimos. Pero el cerebro es quien da las órdenes a todos nuestros órganos, por supuesto, al corazón y sus latidos también.

Existen dos pares de nervios que parten del bulbo raquídeo de nuestro cerebro y llegan al corazón. Dos de ellos hacen que los latidos del corazón sean más pausados, y los otros dos los aceleran. Cuando sentimos una emoción fuerte, el cerebro envía una orden al corazón a través de estos nervios para que bombee más o menos sangre.  Es una cuestión física, pero que parte de lo emocional. Muy interesante e inquietante, porque el cerebro es difícil dominar. Los silencios llegan a nuestro cerebro y lo hacen reaccionar, va directo al corazón.

La psicóloga Paula F. Rodríguez afirma que el silencio forma parte de nuestras vidas desde muy diferentes ángulos y marca nuestras trayectorias y nuestras relaciones. Por ello, distingue entre varios tipos de silencios hasta llegar al último, al que ella llama “silencio terapéutico”.

TIPOS DE SILENCIO

Silencio de ira o asco

Es aquello que te encuentras cuando llegas a un lugar dónde no eres bien recibido. No hay palabras. Tan sólo un silencio cortante, acompañado de una quinesia cobarde que te invita a marcharte sin atreverse a darte una sola razón.

Silencio de tristeza

Es soledad, es reflexión, es echar de menos, es culpa, es remordimiento, es ese “¿Y si…?” que no se nos va de la cabeza, es tomar consciencia de dónde venimos y hacia dónde no queremos volver jamás.

Silencio de miedo

Es pánico, es parálisis, es temor y supervivencia, es un aviso, una advertencia, un segundo pase a la reflexión antes de abrir tu próxima puerta.

Silencio de amor

Es admiración, es pleitesía, es timidez, vergüenza, duda, temblor… Es esa incapacidad de emitir las palabras adecuadas, o la capacidad de omitirlas sólo para escuchar al mayor protagonista de tu corazón.

Pero hay otro silencio, el silencio terapéutico.

El silencio terapéutico no es emoción, no es palabra, no lleva un mensaje subliminal.

El silencio terapéutico

Es callado, pero acompaña más que una multitud de palabras, abre la puerta por ti y te invita a pasar, a contar lo que duele, lo que hiere, lo que se ha enquistado en lo más profundo de tu ser porque no se ha dicho o porque no te lo dejaron expresar. Ese silencio es necesario escribirlo.

El silencio terapéutico es justo eso… un terapeuta más.

¿Qué os han parecido las palabras de Paula? Seguro que os ha llegado, porque cuando estamos en silencio y escribimos, los textos son terapia y alimento para el alma. Añadamos, con permiso de la psicóloga, más silencios para traducirlos a lo concreto.

Silencio culpable

cuando sabemos, pero callamos. Es un silencio espeso, como arenas movedizas que nos pueden engullir si nos movemos mucho.

Silencio de desamor

es el silencio que se engancha en las puertas cerradas. Silencio que mojamos en el café del desayuno, sentados uno frente al otro. Cuando se apaga la luz, se ahuecan las sábanas y luego… la noche.

Silencio de vergüenza

Ese silencio que se puede sentir por otrx o por unx mismx. Ese silencio que se puede traducir a lo concreto en el sonrojo de la cara, en un gesto de hastío, morderse el labio superior mientras cerramos fuerte los ojos, meter los labios dentro de la boca, apretar de dientes, mover la cabeza de un lado al otro, taparse los ojos con las manos, taparse la cara con las manos, soltar aire muy despacio, cruzar los brazos, balancearse… y también la combinación de algunos de esos movimientos corporales.

Silencio de compasión

Es un silencio que te parte por dentro. Lo mostramos con la mirada. Es un silencio que mira de frente, sin miedo. Lo sentimos cara a cara. Sucede delante de una multitud o delante de un individuo. Delante de los que nos han hecho daño y de los que no. Delante de los que están pasando por una situación difícil y de los que tienen miedo. Delante de los que no saben enfrentarse a la adversidad. A veces, es lo único que se puede hacer o lo único que queda por hacer.

Silencio de indiferencia

Es un silencio dormido, sin gestos. Es un silencio que convierte al otro en un desconocido. Ocurre cuando la otra persona no genera en nosotros ningún tipo de sentimiento. Aparece después del desamor o de una lucha continua con otro. Quizá aparece después de años de no ver a la otra persona, cuando el dolor ha pasado.

El silencio de muerte

Es el pavor ante la imagen de dejar de existir, de dejar de ser “yo”. Es la falta de respuesta teleológica a nuestra existencia, a nuestro lugar en el mundo que, por mucho que nos pese, aceptamos como   inevitable. Para muchos de nosotros es una sombra invisible, una angustia continua, una lucha interior; un profundo escalofrío que nos recorre de los pies a la cabeza, nos eriza la piel y nos hiela el alma.  Es el vértigo al pensar que tras la vida no queda más que el retorno a la nada. Para otros tantos individuos, tal silencio se presenta como un velo opaco que esconde una esperanza

El silencio que habla

Que llena huecos y vacíos en una relación, en una conversación. Es un silencio con palabras que evidencia la falta de conexión. Ese silencio de palabras huecas, que dice, pero calla.

El silencio interior que tanto anhelamos, esa paz de pensamientos y emociones, el recogimiento y la reflexión. El silencio reflexivo, tan importante para conocernos. El intimismo de nuestro propio ser.

¿Hablamos o callamos? Mejor escribimos con el silencio como personaje.

Clara do Roxo

*Mi enorme agradecimiento a los/las alumnos/as que han aportado algunas frases propias a los silencios propuestos.