Artículo escrito por Ana Bolox, profesora del curso online de Novela de detectives y misterio.
La vida… ese mar tormentoso
La vida no es un mar de aguas límpidas y estables. A veces se presenta la marejada cuando menos lo esperamos y nuestra navegación, tan plácida hasta entonces, se vuelve tormentosa. A todos nos ha pasado: de repente, el ritmo se vuelve frenético y te presiona tanto que te vuelves impotente para procesar tu capacidad de respuesta. Llega entonces el abatimiento y el desánimo que no son sino meros recordatorios de nuestra humanidad, es decir, de nuestras limitadas capacidades.
Si cualquier pequeño impedimento puede llevarnos a fastidiarnos el día, ¿qué ocurre cuando la bofetada que nos da la vida es de proporciones descomunales? Puede ser un despido, una separación, la pérdida de un ser querido o, incluso, aunque hace unos meses nos pareciera algo que sólo ocurría en las películas, una pandemia sobrevenida como el monstruo de una pesadilla. Mientras escribo este artículo, la humanidad se encuentra sufriendo y luchando contra la pandemia del condenado SARS-CoV-19. Yo, lo reconozco, no he podido escribir nada, o casi nada, en todo este tiempo.
¿Cómo ponerse a escribir en momentos como esos?
Si, como decíamos antes, un pequeño tropezón puede echarnos a perder el día, una avalancha como la que provoca el coronavirus puede que tenga un duro impacto en tu escritura, tal y como me ha ocurrido a mí. Pero no es necesario pasar por una pandemia para experimentar este estado de postración en el que he caído. También lo decíamos un poco más arriba: cualquier tipo de inconveniente que afecte a la estructura básica de nuestra existencia puede tener sobre nosotros un efecto emocional tan devastador que nos deja sin aliento y sin capacidad de respuesta.
Y, sin embargo, tocar fondo no tiene por qué ser una tragedia. Incluso de los peores momentos puedes obtener un beneficio. Por ejemplo:
Nuevas oportunidades
Cuando la vida se vuelve del revés, te está ofreciendo la oportunidad de realizar esos cambios, quizá incómodos, pero necesarios, que tal vez estaban reclamando tu atención desde hace tiempo y que habías venido postergando. Ese abismo en el que has caído puede transformarse en la motivación que necesitabas para realizarlos.
Una nueva vida
Y hablo incluso de cambios radicales: ese terremoto existencial que echa abajo nuestra casa puede convertirse en la ocasión ideal para reconstruir otra nueva sobre unos pilares más fuertes, bien asentados y que se avienen mejor con lo que realmente deseamos. Sufrir un gran revés personal puede otorgarte una nueva perspectiva de la vida que has venido viviendo hasta ahora y llevarte a realizar una limpieza a fondo, tanto de tus creencias como de tus actitudes.
Mayor fortaleza
Afrontar situaciones duras con serenidad y sin perder del todo el optimismo nos hace, además, más fuertes y puede dar lugar a que creemos una nueva versión de nosotros mismos mejor y con mayor autoconfianza.
Aunque no todo es fácil, por supuesto…
Cuando la vida se vuelve del revés…
…nuestra escritura puede volverse, de repente, algo terriblemente trivial. ¿Qué utilidad tiene escribir unas páginas cuando mi vida se está desmoronando? En momentos como ese, toda nuestra (escasa) energía se va por el sumidero de la charla autodestructiva que nuestro cerebro mantiene consigo mismo; la mente se centra en esas emociones negativas que nos asolan y que despejan de un manotazo cualquier actividad que no sea la de sufrir o preocuparse por ese alud que se nos ha venido encima.
Las rutinas de nuestro día a día también se ven afectadas. Antes escribíamos por las noches o quizá por las mañanas, robándole tiempo al sueño. Ahora…, ahora no encontramos momento para nada que no sea hundirnos un poco más en esa espiral autocompasiva en la que nos vemos inmersos.
La vida se nos ha dado la vuelta, se ha convertido en puro caos, ¿cómo vamos a ocuparnos de una futilidad tal como la escritura?
Tú, primero; ella (la escritura), después
Este es mi consejo. Cuando la vida viene tan tormentosa, tú y tu salud debéis colocaros como prioridad absoluta y sólo cuando la recuperación física y emocional comience a cicatrizar heridas podrás replantearte la vuelta a la escritura o a cualquier otro tipo de actividad que no sea vital.
Estos son los momentos en los que esa necesidad imperiosa que nos hemos autoimpuesto por ser productivos debe pasar a un segundo plano. Acabar la novela, publicar en tu blog esos artículos que tienes pendientes, programar las redes sociales… todo ello debe ser sacrificado en pro de tu recuperación física y emocional. Es hora de tomarse un respiro.
La salud es lo primero y esta es una norma básica en nuestras vidas que deberíamos aplicar siempre, incluso cuando las cosas van bien y los problemas se limitan a esa presión que ejerce nuestro jefe en la oficina o el pequeño estrés de no llegar a tiempo al colegio para recoger al niño. Siempre, repito, nuestra salud física y emocional debe ocupar el primer puesto en nuestras prioridades.
¿Y si aun así quiero seguir escribiendo?
Puede darse el caso. La escritura es terapéutica y tal vez seas de los que prefieren seguir intentándolo, pese a las dificultades. En ese caso, te dejo aquí algunos consejos que pueden ayudarte a afrontar la sensación de que te encuentras ante una situación insuperable y trocarla por otra mucho más amable que te invite a continuar, pese a la carga que te agobia.
1. Transforma la escritura en una sesión de terapia
En lugar de acudir a tu cita con el ordenador como si fueras a subir al cadalso, tómalo como una sesión de psicoterapia o como una agradable tarde en un spa mental y emocional. Transforma tu tiempo de escritura en una especie de burbuja que te abstraiga del mundo real.
O tal vez puedes usar tu sesión para desahogarte, escribiendo sobre lo que sientes, de forma directa o transformándolo en el conflicto de un relato o novela. Está demostrado que dejar salir nuestros sentimientos es muy terapeútico, como explica la directora de Portaldelescritor, Diana P. Morales, en su blog, donde deja 7 ejercicios específicos para liberar o descargar emociones.
Para conseguirlo, quizá necesites cambiar de lugar con el fin de ayudar a tu mente a resituarse. Es posible que merezca la pena trasladarse a la cocina y escribir allí durante una temporada, en lugar de hacerlo en el despacho. O tal vez sea conveniente hacerlo en un momento distinto del día.
Cualquier estrategia que te ayude a convertir esa sesión de escritura en una forma de escapar durante un rato a la apisonadora que está aplastándote es bienvenida. Sé creativo.
2. Replantéate tus objetivos
No es momento para ganar maratones. Si la vida te ha golpeado tan fuerte que te sientes sin fuerzas, resérvalas. Echa un vistazo a esos objetivos que te marcaste cuando las cosas iban bien y replanifica. No se trata de tirar todo por la borda y darse por vencido, sino de volver a priorizar a partir de las nuevas circunstancias y de la capacidad de trabajo con la que cuentas en este momento. Ya habrá tiempo de retomar esos objetivos que ahora aparcas.
Recuerda: primero tú y tu salud, y sólo cuando te encuentres en plenas facultades volverás sobre esas metas a las que ahora debes renunciar. De nada sirve dejarlas escritas sobre el papel si no las vas a poder cumplir, salvo para agobiarte y volver la situación más difícil aún.
3. Cambia de Proyecto
¿Estabas escribiendo una novela? Tal vez sea adecuado dar un paso atrás y centrar tus esfuerzos en un proyecto más asequible. ¿Qué tal un relato? ¿Estabas escribiendo una historia muy triste, o de terror, o postapocalíptica? Tal vez estaría bien probar otros géneros en este momento.
De igual forma que es buena idea replantearse las metas que te habías fijado, quizá también lo sea emplear tus fuerzas en un proyecto más corto. No sólo la exigencia de tu nuevo trabajo estará más en consonancia con tu energía, sino que es bastante probable que alcances el final con mayor facilidad y en un plazo menor, y hacerlo supondrá un chute de motivación que te viene muy bien en estos momentos.
4. No escuches las noticias
Gran parte de mi incapacidad para escribir durante la pandemia se ha debido a que me he obsesionado con ella. No había momento en el día en que no estuviera consultando Twitter o escuchando la radio en busca de nuevas noticias.
Someter al cerebro a una imposición (te meto las noticias a presión, si es necesario) es mala idea. Muy, muy mala. Lo estresas, lo preocupas y lo llevas por derroteros que cada vez te alejan más y más de la escritura. Mantente informado, pero no permitas que el aluvión de constantes noticias perturbe tu tranquilidad mental, en especial antes de comenzar una sesión de escritura.
5. Silencia el ruido (interior y exterior)
No hace falta que tu vida se vuelva del revés para que tu cerebro esté lleno de ruido. Desgraciadamente, esto es algo que sucede de forma habitual en nuestro día a día. Vamos por la vida con la cabeza llena de ruido, tanto exterior como interior. ¡Es hora de bajarle el volumen! O incluso de apagarlo por completo.
Dale paz a tu mente (y en el silencio es donde mejor la encontrará). Cierra la puerta del despacho o la ventana, de manera que ni tu familia ni tus vecinos quiebren ese silencio, pero bloquea también tu ruido interior. Ahora estás en tu burbuja, ¿recuerdas?, en esa sesión de psicoterapia o esa tarde de spa emocional que te has concedido a ti mismo. Deja que el sosiego la envuelva y disfrútala.
6. No te sientas culpable
Si, a pesar de estos consejos, aún eres incapaz de ponerte a escribir. No te sientas culpable. No somos máquinas a las que se les enchufa por la mañana para que realicen su labor y sólo se les apaga cuando la han terminado. Somos seres humanos y como tal debemos tratarnos.
Si no es el momento, no lo es, ¡y punto! Deja que la marejada vaya calmándose. Date tiempo. Permítete ser débil. La fuerza, la energía y tu capacidad no se han evaporado.
Volverán y entonces tú también podrás retornar a la escritura.