ViernesCreativo: microrrelato que empiece “Lo había olvidado por completo”

TEXTOS CON MÁS “ME GUSTAS”

Karina Castillo Peinado Lo había olvidado por completo. Era algo conocido en la familia. Incluso dudábamos de que fuera cierto porque en sus últimos años se le iba un poco la cabeza. Mi difunta abuela, que siempre fue muy despistada, contaba que, cuando aún era una niña, se encontró un anillo de piedras preciosas que debía valer una fortuna. Lo escondió en un lugar de la casa tan recóndito que, con el paso del tiempo, no lo recordaba. Revolvió varias veces todas las habitaciones pero la joya no aparecía. Meses más tarde de dejar este mundo, me senté en su cama. Mi abuela había conservado algunas de sus muñecas. Eran muy antiguas, desmontables y con los párpados móviles pero, curiosamente, una de ellas, la que sabía que era mi favorita, tenía un ojo cerrado a modo de guiño. Al agitarla, algo sonó dentro…
Glauka Kivara Lo había olvidado por completo. Cuando cerré la casa para irme tres meses a Costa Rica, lo dejé todo impecable: las plantas, con la vecina, los electrodomésticos, desenchufados, y nada de comida salvo el bocadillo que olvidé sobre la mesita del salón. Al regresar, no supe que era esa masa esponjosa, y tardé un rato en conectarlo con el pan con pimiento y tomate que pensaba comerme noventa días atrás. Mi primer impulso fue tirarlo, pero al acercarme, pude ver unas lucecitas verde lima que se encendían y apagaban, y que desprendía un rico olor a galletas. Busqué el rudimentario microscopio que me había regalado Rubén dos años atrás, y me dispuse a examinarlo. En lo que fue un bocadillo, ahora había una bullente civilización mucho más avanzada que la humana: llena de arte, cultura, sin violencia. Lo grabé, lo fotografié, y quise presentarlo a la Universidad como prueba de inteligencia no humana. Por eso me encerraron en este psiquiátrico.

OTROS TEXTOS SELECCIONADOS

Rosa Fernandez Lo había olvidado por completo.Durante años soñar , no formaba ya parte de sus noches.Serán las obligaciones maternales, laborales -pensaba ella-, para acallar la inquietud.Hoy, ahora, como venganza sueña despierta.
Carol Belasco Lo había olvidado por completo, después de tanto tiempo, pero al encontrarlo entre viejos libros del colegio, la nostalgia se apropió de mi ánimo: Tantos sueños dentro de aquel pequeño cuaderno, tantas esperanzas rendidas ante el prosaico devenir.
Lo abrí con reverencia: mi letra de trece años recorría las páginas como hormigas danzarinas carentes de ritmo pero, a pesar de ello, y de los inevitables errores gramaticales, el relato me absorbió, llevándome a su mundo de fantasía y magia. No pude dejar de leerlo hasta cerrar el cuaderno, y para entonces, una parte de mí que creía enterrada, había renacido. Busqué un cuaderno limpio para reescribir el largo relato y corregir los errores, decidida a apostar por aquella historia y,sobre todo,por recuperar mis sueños.

Carmen Trujillo Lo había olvidado por completo: su nombre, su cara, donde vivía, en que trabajaba. Todo. Por eso estaba allí delante de la pantalla. Entonces, la máquina escaneó con un suave ronroneo el código de barras tatuado en su frente. Una boca estrecha escupió una hoja impresa donde le contaban lo que había pasado, y lo que tenía que hacer hoy. Hoy tenía libre. Podía hacer lo que quisiera. En la hoja venían sus gustos bien detallados, para que no se aburriera. También se le explicaba que desde que se vieron las extrañas auroras boreales, el mundo entero había perdido la memoria. Una máquina tenía que contarles quienes eran. Cada día. Así hasta que se murieran. No había cura.

Carolina Del Moral Torres !Lo había olvidado por completo!
-Cómo te llamas? – Insistió amable la enfermera mientras en mi cara se dibujaba el desconcierto.
-Dejémosle descansar – Intervino el médico – Hasta que no remita la inflamación, no podremos evaluar el alcance de la contusión – Se giró hacia mí, con voz tranquilizadora – Pero tiene buena pinta. Ésto es de lo más normal tras un porrazo como el que se ha dado, amigo – sonrió y me guiñó un ojo. Me cayó bien.
Salieron de la habitación y me quedé tumbado, pensando en nada. Era una sensación mareante, como intentar nadar en un mar con niebla. Decidí levantarme a mirarme en el espejo, para reunir más información. Fui tambaleante hacia el baño, di la luz y miré: ojos amables, largo pelo castaño, rasgos regulares. Estaba a punto de apagar la luz y volver a la cama cuando vi un leve resplandor detrás de mí. En el mismo instante en que fui consciente de verlo, el brillo se intensificó y sentí algo desconocido y familiar al mismo tiempo: eran mis alas, desplegándose. Antes de desmayarme de la impresión, un pensamiento cruzó fugaz mi mente: menos mal, no están rotas!
Maria Del Carmen Araque Lo había olvidado por completo. Todo su presente se había esfumado en menos de un año. Todo en ella se opacó. Primero fue la suavidad de su piel, luego su larga cabellera y por último el brillo de sus grandes ojos grises. Fue olvidando poco a poco sus recetas, su quinta, su hija y sus nietos. Solo recordaba la gran estepa rusa llena de nieve, su comunidad a orillas del Volga y aquel dialecto mezcla de ruso y alemán que allí hablaban. El primer tiempo cambio presente por pasado; pero luego se olvidó de todo, hasta de dominar su propio cuerpo. A veces le veía correr un hilo de lágrimas por la mejilla sin siquiera una mueca en su rostro. Daba tanta impotencia y tanto dolor no poder ayudarla, no poder consolarla. Si le hablaba ya sus ojos ni me miraban, estaban como en otro mundo. Mi oma cerró sus ojos para siempre en brazos de mi madre cantándole una canción de cuna. Ella que siempre fue la matriarca, se fue de este mundo como un bebé.
Carol Belasco Lo había olvidado por completo, después de tantos años vigilante, sin el más mínimo desliz, y esta noche unos brillantes ojos azules me habían hecho olvidar la inminente llegada de la enorme luna llena que ahora cubre todo mi cielo.
Ya es demasiado tarde, no hay donde ocultarse ni donde huir.
El último recuerdo consciente antes de que el lobo surja de mi carne, son esos ojos de océano abiertos de miedo, y su grito aterrado acompaña la caída de mi piel, que arrastra mi humanidad con ella.
Amanece cuando regreso a mi carne humana, no necesito encontrar sus restos para reconocer su sangre en mi boca. Maldigo mi naturaleza mestiza y su belleza, que me hizo olvidar quién soy.
Lucie Hermanová ¡Lo había olvidado por completo! Dejó la olla en el fuego. Se levantó de un salto de su sillón de lectura y se fue corriendo a la cocina. Demasiado tarde. Llegó justo en el momento de la explosión. Mientras quitaba restos de las estrellas de su delantal que ponía “Rey de la cocina” murmuraba: “Otra vez he creado un nuevo universo. Bueno, la verdad, ¿qué más da? Uno más, uno menos…, hay espacio suficiente. Pero, ¿qué ceno hoy?