Seleccionados #ViernesCreativo: microrrelato sobre la traición
Escribir un microrrelato (como siempre, 15 líneas máx de Word) que gire alrededor de una TRAICIÓN.
Reto extra (sólo para quien se anime): que los protagonistas sean NIÑOS. (No es obligatorio, solo a quien le apetezca intentarlo).
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TEXTO CON MÁS ME GUSTAS
Kathy Guerrero Bejarano Raquel se sentó para recuperar un poco las fuerzas, sentía que se iba a descomponer, el calor era fuerte y estaba cansada por la excavación. Se quitó la chaqueta y se limpió las minúsculas gotas de sudor que bajaban por su rostro. El tiempo estaba pasando muy rápido y le preocupaba que aún no había pensado cómo disimular el delito. A su lado el único testigo se limitaba a mascar chicle, para Raquel había sido fácil convencerlo de que él también era cómplice del hecho delictivo. Aún sofocada se levantó, tomó la bolsa que contenía los restos de su víctima y la lanzó al hoyo que recién había cavado, apresuradamente comenzó a tapar la prueba del delito. Su testigo seguía de pie a un lado sin decir una palabra, su boca cada vez estaba más llena de la goma de mascar que sacaba de los bolsillos del pantalón. El sonido de aquella masa entre los dientes de Saúl tenían exasperada a Raquel, pero ella lo miraba y le sonreía fingiendo ternura -recuerda que también estás implicado -le decía ella cada vez que se miraban. Llevaba un par de paladas cuando escuchó ruido entre los arbustos, supo de inmediato que alguien se acercaba. Raquel se puso el dedo índice en los labios indicándole a su hermano que hiciera silencio, este la ignoró y de nuevo metió la mano en el bolsillo y sacó otro chicle.
-¿Qué están haciendo aquí? -preguntó la madre impresionada llevándose las manos a la cara.
-Raquel quebró el jarrón de la tatarabuela y lo estamos enterrando.
-¡Demoníaco entrometido! Devuélveme los chicles -le gritó Raquel a su hermano de tres años.
Me gustas: 13
OTROS TEXTOS SELECCIONADOS POR SU CALIDAD U ORIGINALIDAD
Bea Rodríguez Siempre supe que su mirada no era del todo limpia. Más bien lo intuí, lo sospeché o lo imaginé, porque de haberlo sabido, ahora no estaría donde estoy.
Me dijo que no me preocupara por nada, que era un trabajo fácil. Ella lo tenía todo pensado, como siempre. Y yo, ingenuo de mí, la creí.
Solo tenía que entrar en la joyería y apuntar al anciano propietario con el arma, que estaría descargada para evitar complicaciones innecesarias. Cuando me diera el botín, saldría y ella estaría esperándome en la puerta con el coche en marcha. Huiríamos y seríamos felices. Y yo, ingenuo de mí, volví a creerla.
Tenía razón en que el trabajo era fácil. Entré, apunté al dueño y este llenó enseguida la bolsa que llevaba con todo tipo de joyas y dinero en metálico.
Pero cuando salí, los únicos coches que había allí eran los de la Policía. Del suyo y de ella, ni rastro. Asustado, levanté los brazos, aún con el arma descargada en la mano. Y en mi cabeza resonaron solo dos cosas: la primera, la frase ¿Confías en mí? que tantas veces me repitió Laura. La segunda, y última en mi vida, el silbido de una bala que atravesó mi cabeza.
Verónika Lorite Yo sé que nadie se acordará de mi cuando haya muerto… no sé si ese es un pensamiento habitual en los días que corre, en los que todos queremos ser recordados, ser importantes, ser “algo” en este circo que es la vida. Pero el universo es traicionero en ocasiones: te pone zancadillas, abre agujeros por donde caminas y te obliga a seguir, y seguir, y seguir…
Hasta que un día te paras. Te sientas. Cansada. Llena de golpes y arañazos.
Ese día todo empieza a llover por dentro.
Ese día te das cuenta que da igual lo fuerte que corras, lo duro que estudies, lo mucho que te preocupes por los demás… da igual lo que te esfuerces por ser, da igual porque nadie te recordará. Dan igual las lanzas, las palabras, las manos tendidas…
Dejas de soñar con desayunos en la cama, con abrazos a destiempo y los te quiero se vuelven solo palabras. Dejas de esperar sonrisas. Dejas de esperar llamadas.
Y ese día deja de llover por fuera.
Y sigues andando pero con desgana, y sigues sonriendo porque la sociedad gana, y sigues haciendo el desayuno y la cama. Y sigues, y sigues, y sigues… pero ya no sientes nada.
Roman Manchado Miraba distraída por la ventana. Sentada en aquel sillón las horas del día habían vuelto a pasar lentamente. Demasiado lentas.
La cena intacta estaba entera en la bandeja, pero es que no tenía apetito. Alguien le hablaba aunque ella seguía con la mirada fija en el exterior. Las luces de las farolas formaban sombras en la calle y se imaginaba cómo sería poder volver a pasear y sentir el frío del invierno en la cara.
Una lágrima rodó por su mejilla. No era la primera que había dejado libre. Ni sería la última. Cada noche a la misma hora dejaba libres unas cuantas. No eran lágrimas de tristeza, ni de impotencia ni de rabia. Eran lágrimas de decepción.
Ella había cuidado de ellos siempre, desde el primer llanto. Siempre dispuesta a ayudar, a curar sus heridas, a consolar sus penas. Alimentó sus cuerpos con el suyo y sus almas con su cariño. Les dió la vida, su vida. Y ahora… ahora se veía allí encerrada. Olvidada.
– Verá como mañana vienen a visitarla, Dolores. No sé ponga así mujer, ya se sabe que los hijos a veces van ocupados con sus cosas.
– Yo no tengo ningún hijo. Ya no. Un hijo no deja a una madre morir así.
Conchi Gutierrez PARES O NONES
Llueve. Hoy no salimos al patio. ¡Qué asco!, recreo perdido. Y además ahí viene Guille. No quiero verle. Después de lo que me hizo ayer no voy a volver a hablarle nunca, lo juro, y si lo hago, que se me estropee la Play. Me pongo a jugar con Javi a las chapas, que no se crea que es mi único amigo. Guille me pregunta si voy a ir a su cumple el sábado y yo le digo que no, y eso no cuenta para mi Play ¿eh?, que es un no y se lo digo de espaldas. Como sigo enfadado por lo de ayer, le digo que invite a Dani, que para eso lo escogió de portero en su equipo. Oh, oh, creo que la Play se rompe del todo porque esto se lo he dicho a la cara. Guille mira entonces a Dani que está sentado solo a una mesa, como todos los días nadie se acerca a él. Hoy parece más triste y no sé por qué, si ayer paró dos goles. Deberíamos dejarle jugar más, seguro que es bueno. Vale, mi padre se va a enfadar porque hoy se parte la Play.
–Guille, espera–. Sonríe. Bien, porque a partir de mañana tendré que ir a su casa a jugar con la suya–. Dile a Dani que yo le presto una camiseta de fútbol.
Porque ayer fue ayer, pero hoy, recupero un amigo y gano otro.
Yolanda Salgado La bicicleta ya volaba sobre la acera cuando recordó que se había dejado la puerta abierta, aunque estaba segura de que sus padres se darían cuenta a tiempo. ¡Se iban a enfadar tanto cuando se enterasen de lo que había hecho! Al llegar a la fábrica abandonada donde habían quedado entró por el hueco que dejaron preparado la semana anterior. “¡Teníamos que ser invisibles! “ les gritó. Los tres detuvieron las risas, la miraron un segundo y se abalanzaron sobre ella entre vítores. “¡Todo ha salido como dijiste!” “¡No me puedo creer que lo hayamos hecho! “ Tras tanto miedo, todo fue como en el dominó; una vez cayó la primera pieza todo vino rodado. “¿Habéis traído las pruebas que os dije? Si caen en malas manos nos habrán pillado”. Uno de ellos agitó una mochila orgulloso. “Perfecto”, prosiguió. “Ahora cada uno a su casa y recordad: somos niños asustados que no saben nada ni han oído nada. ¿Entendido? “ Todos asintieron y salieron por el hueco uno a uno. Pero tan pronto estuvieron fuera, las luces rojas y azules de la policía lo iluminaron todo. Se miraron sorprendidos y asustados cuando vieron que les metían en los coches patrulla… a todos salvo a ella, que lo había planeado todo. Un policía la abrazaba y le secaba las lágrimas de cocodrilo. Les dedicó una sonrisa y disfrutó de su traición. “Tantas burlas y golpes solo me han hecho más lista. Disfrutad de lo sembrado”.
Para seleccionar estos textos, desde Portaldelescritor siempre tenemos en cuenta diferentes aspectos: que cumplan el reto, la calidad literaria, la originalidad, la redacción (no aceptamos textos con varias faltas de ortografía) y además siempre intentamos -en la medida de lo posible- incluir participantes diferentes y no repetir muchas veces a los mismos autores.