Seleccionados #ViernesCreativo: microrrelato con calma tensa

Vamos con otro #ViernesCreativo extraído de la Agenda 2019 para escritores de Portal Del Escritor.
>>En 15 líneas máximo de word, escribe una historia que comience con varias personas haciendo algo normal (trabajando, charlando, cocinando, conduciendo…) pero se mastica una CALMA TENSA… y todo explota al final.
El porqué queda a vuestra imaginación: puede ser un secreto que sale a la luz, una ofensa nunca solucionada, una agria discusión política… ¡hay cientos de opciones!

Recordad que  desde nuestra APP gratuita de Portaldelescritor podéis acceder al grupo de Facebook desde vuestro móvil y leer allí mismo el reto, además contar con un generador de personajes e historias, un manual gratis para escritores y  los consejos de escritura del blog de Diana P. Morales.

 

TEXTO CON MÁS ME GUSTAS

Mimi Marmor Los tres hermanos compartían entre risas la clásica reunión de los domingos.
El padre se jubilaba, y anunciaría a quien dejaba la gerencia de la empresa.
La mamá, feliz, sirvió champaña.
-Queridos hijos: he decidido poner a Mauricio a cargo de la empresa…
Rafael abandonó su semblante risueño, pero alzó su copa.
– ¡Un brindis por Mauricio! Realmente necesitará el cargo, papá, ahora que dejó embarazada a tu amante.
¡Otro brindis por Miguel, que desde contaduría, desvía exitosamente dinero a su cuenta!
Y el último brindis para mí, el tonto al que nunca consideraron apto para la compañía…
Y dejando un caos a su espalda, arrojó la copa y se fue.

 

Me gustas: 13

OTROS TEXTOS SELECCIONADOS POR SU CALIDAD U ORIGINALIDAD

Jose M Fernández El atardecer caía plácidamente sobre la aldea. La plaza y las calles estaban desiertas; a aquellas horas la gente estaba en casa, dispuesta a cenar dentro de nada. Todos sabían que esa tranquilidad era aparente, un mero preludio de lo que la lógica de las cosas decía que debía ocurrir tras la muerte de Pancho, el perro de Carlos. Al menos allí.
Los dos hermanos, Pedro y Carlos, no preparaban la cena, su corazón bullía de odio. Estaba hartos de las burlas de los que les consideraban los tontos del pueblo, de los que invadían sus tierras impunemente, de sentirse señalados siempre, de que les matasen sus animales, … No, a ellos no les preocupaba nada la cena.
Don Eustaquio, el alcalde, jugaba a las cartas en el único bar. Estaba tenso; sabía que podía pasar algo, que la paz reinante era una ilusión. A don Julián, el cura, su compañero de cartas, le ocurría lo mismo. Un silencio calmo dominaba la aldea.
La puerta del bar se abrió de golpe y los dos hermanos, armados con sus escopetas, entraron sin miramientos. Vieron a los dos jugadores y descargaron sus armas sobre ellos, después salieron sin prisas. Dos petardos, según unos, dos disparos, según otros, y luego, de nuevo, el silencio y la quietud.

Silvia Favaro La mujer cocinaba como todos los días, la rutina diaria, aun a pesar de serlo, le consumía el tiempo con una velocidad de fórmula uno.
Aprovechaba y mimaba a su mente recordando la niñez de sus hijos, cuando contrajo matrimonio enamorada y después…
De repente un escalofrío le invadió la médula, ¿cómo puede cambiar tanto una persona?
Era dulce y comprensivo, caminaban tomados de la mano y esas caricias capaces de estremecerla hasta el orgasmo habían quedado en una cápsula blindada.
Ya nada era lo de antes; ese ambiente armónico aparentado se rompía en ese momento en que él atravesaba la puerta de calle, entre tumbos y gritos lacerantes.
Ismael, el hijo mayor, se encerraba en su propio mundo ignorando todo lo que involucraba a su padre.
Pero Anabela, ella era otra cuestión, nunca creció y con su mente de niña vio pasar su adolescencia, con sollozos de silencio.
Abrió la puerta sin ganas, el timbre interrumpió la única libertad que poseía y eso tampoco le gustaba.
El oficial de policía, tras pedirle documentación y algunos papeles más, le confirmó que su esposo había muerto en un accidente callejero.
Cerró la puerta con una calma inusitada, caminó despacio, tanto aire para respirar y ella con miedo de ahogarse.
Lo comentó con sus hijos y coincidieron que después de reconocerlo, lo dejarían en la morgue.
Se sentaron para cenar, la tranquilidad se escapaba de los poros bailando su danza preferida.
Anabela habló, como si nunca hubiera estado sumergida en eternos silencios.
—¡Primero tenemos que asegurarnos que está muerto, para manejarnos libremente tendremos que verlo nosotros mismos!
—Sí, hija, así lo haremos.
—Las heridas en el cuerpo me dejarán cicatrices imborrables, pero las que tengo en el alma, quizás se curen, cuando lea su nombre, en el obituario de mañana.

Francisco J. Gil Aguilera Después de hacer el amor se le escapó un “te quiero”. Se dio cuenta al instante. La última sílaba ya casi parecía querer separarse del resto y tragó saliva mientras se acomodaba en el colchón. A su lado ella respiró profundamente, como si quisiera dar la contestación exacta sin encontrarla. Volvió a respirar con una palabra que no conseguía salir de su boca, enquistada en la garganta. Su pierna se retiró de la de él pero una de sus manos buscó el cuerpo del amante.

 


Para seleccionar estos textos, desde Portaldelescritor siempre tenemos en cuenta diferentes aspectos: que cumplan el reto, la calidad literaria, la originalidad, la redacción (no aceptamos textos con varias faltas de ortografía) y además siempre intentamos -en la medida de lo posible- incluir participantes diferentes y no repetir muchas veces a los mismos autores.

Los textos seleccionados serán publicados en un libro a principios del año que viene.