Seleccionados #ViernesCreativo: bailarina + amor en tiempos remotos

>> Escribe un microrrelato en el que aparezcan una BAILARINA y un MISTERIOSO MENSAJE. (La bailarina puede recibirlo, escribirlo, o no tener nada que ver!).
Vamos a ver qué surge con esta premisa.

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TEXTO CON MÁS ME GUSTAS

Carlos Di Urarte La nereida danzaba al vaivén de la marejada, bajo la luna creciente. La espuma de las olas por vestido, sin más audiencia que las estrellas mudas. Giraba al compás del firmamento y por único compañero tenía el suspiro hondo del viento. Bailaba para él, que dormía en las profundidades, para arrullarlo como tantas otras hicieron, desde el inicio del tiempo. Bailaba para sí misma, entre lágrimas, porque sabía que no podría dejar de bailar, hasta que su cuerpo se deshiciera en telarañas de resaca y sus cabellos fueran algas en la arena. Tal era su sacrificio. Bailar, por los extraños eones, para que aquel que no esta muerto siguiese durmiendo.

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OTROS TEXTOS SELECCIONADOS POR SU CALIDAD U ORIGINALIDAD

Kathy Guerrero Bejarano Maya llevaba un cuarto de hora sentada frente al tocador preguntándose si el espejo estaba turbio por tanto uso o por falta de aseo. La cómoda no solo tenía esa imperfección, de las quince bombillas que la rodeaban le encendían seis y eran de baja intensidad. Un biiip hizo reaccionar a Maya, dejó de mirar el espejo y dirigió la vista al móvil. Sin afán estiró un brazo hasta alcanzarlo: “Estoy orgulloso de ti”. En el camerino colgaba un farol de suave luz que no ayudaba mucho, Maya tendría que desafiar su presbicia en aquella casi oscuridad. De un neceser sacó los polvos para la cara, un rímel y un labial rosa. Se empolvó la cara hasta esconder las imperfecciones, se pasó dos veces la máscara de pestañas y con un lápiz negro revivió sus cejas casi inexistentes. Le dio color a los pómulos y a los labios. Se enrolló el cabello y lo sujetó con horquillas. Caminó hasta el sofá donde descansaba un elegante vestido negro con su ligero de encaje y un par de zapatos negro brillante y de tacón fino. El biiip la distrajo de nuevo, otra vez un mensaje anónimo: “Serás la bailarina de tango más hermosa de la noche”. Maya estaba lista, se sonrojó al mirarse la enorme abertura de su vestido. Toda una vida soñó con aquel momento y al fin había llegado. El teatro estaba a reventar. Se lamentó que sus padres no estuvieran vivos para que pudieran verla y se quejó de la vida que no le dio hijos que la elogiaran. Una voz en el pasadizo advirtió que en diez minutos saldrían a escena. Se preguntó si sus compañeros de la residencia de ancianos estarían tan nerviosos como ella. Al abrir la puerta del camerino se sorprendió al ver a Ramón frente a ella. Su compañero de la residencia llevaba en una mano un ramo de rosas y en la otra sostenía un celular.

Estela Lledó Grima Gala miraba la calle, a través del cristal, abarrotada por el trasiego de las compras navideñas. A pesar del desfile de gente, cargada con bolsas, rara vez se paraban ante su escaparate o llegaban a entrar en la tienda. Año tras año, permanecía allí, inmóvil, sobre su pedestal redondo grabado con las palabras: “ɹɐlıɐq ǝp sǝɾǝp ɐɔunu”.
Sabía que ese mensaje no era para ella, no sólo porque debía leerse desde el otro lado, sino porque nunca fue capaz de cumplirlo. ¿Seguía siendo una bailarina? Era una muñeca privada de la danza que desconocía su propia melodía, olvidada en aquella vieja tienda de antigüedades. El polvo se acumulaba y oscurecía el cristal a medida que transcurrían los años y el tiempo se detenía a su alrededor.
Para sorpresa de Gala el día de Navidad, de repente, entraba y salía gente sin parar de forma apresurada. El viejo propietario pasó junto a ella por última vez, en camilla y tapado con una sábana. Una semana después, una niña con los mismos ojos azules del anciano, pidió a su madre llevarse a Gala. Cuando le dio cuerda a la caja, su cuerpo finalmente bailó al son de la melodía más ansiada por su corazón.

Glauka Kivara Desde que cumplió los diez años, Patricia bailaba cada anochecer en el patio de su casa. Cada crepúsculo una coreografía distinta, que ejecutaba de manera elegante y precisa sin ninguna música que la acompañase. Los niños del barrio se acostumbraron a espiarla desde el seto, con más curiosidad que burla, tratando de entender sus bailes. Nunca supieron que esos movimientos eran la forma en la que Patricia enviaba información sobre los humanos a los suyos, entre las estrellas.

Mimi Marmor Todas las noches soñaba con una hermosa niña danzando en un desierto.
Cuando se detenía de su perfecta sincronía para hablarme, me despertaba angustiada, con una enorme amargura oprimiendo mi pecho.
Se repitió el sueño, y la danzarina logró decirme, con una sonrisa cansada:
-Sí. Yo soy tú, de pequeña.
No tienes la culpa del accidente, ni de tu parálisis. Pero eres responsable de salir adelante, aceptar la realidad y dejar que la tristeza fluya hasta agotarse.
Libérame de tus sueños: soy pasado. Debes aprender a disfrutar tu presente y construir tu futuro. Ya no quiero bailar eternamente en el desierto…
Desperté, conmocionada, de la breve siesta en mi silla de ruedas, anegados los ojos de lágrimas, pero con una sensación de alivio y perdón infinitos…

 

VIERNES CREATIVO: UNA HISTORIA DE AMOR EN UN PASADO MUY REMOTO

>> os proponemos escribir una HISTORIA DE AMOR situada en un PASADO MUY REMOTO, antes del imperio romano. Prehistoria, fenicios, antigua Grecia o antiguo Egipto, China… Hay donde elegir. Además, puede ser cualquier tipo de amor, aceptado entonces o no (que puede ser más interesante).

TEXTO CON MÁS ME GUSTAS

Jose M Fernández Alcides cayó en la esclavitud por deudas ya a una edad madura. Era valioso, pues sabía leer y escribir latín y griego, así que un rico mercader romano, Marco, lo compró como preceptor para sus hijos. Poco a poco fue ganándose el favor de la familia, especialmente de Julia, la esposa de Marco. Ella valoraba su sabiduría, sus silencios respetuosos, sus discretos halagos…
Gracias a él pudo comprender los poemas de Ovidio, ver más allá del mar siguiendo a Ulises, aprendió a descubrirse a sí misma. Él vivió en su carne aquella palabra que tantas veces había leído y que nunca había logrado sentir: amor. Y con el amor llegó la fuerza para soportar la vida.
Un caluroso día, después de muchos años, Julia se extrañó de no ver a Alcides por la casa. Corrió a buscar a su marido, lo halló ensimismado en sus cuentas
–¿Dónde está Alcides?
–Lo he vendido. Ya no nos hacía falta, los niños son mayores y no podemos derrochar.
–Pero yo le… A mí también me… –farfulló al borde del sollozo.
Salió de la sala dejando tras de sí un reguero de inconsolable amargura que ya nunca la abandonaría.

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OTROS TEXTOS SELECCIONADOS POR SU CALIDAD U ORIGINALIDAD

Yolanda Salgado Hace mucho tiempo, cuando en las tormentas aún se escuchaba golpear al martillo de Thor, hubo una mujer que languidecía anhelando ver regresar la nave de su esposo. Tanto era así, que su silueta mecida por el viento formaba ya parte del paisaje. Le rogaron que aceptase que era una baja más de las tantas con las que aquel clima les castigaba, pero su amor alimentaba una esperanza que la iba devorando poco a poco. Freyja y Ran, las diosas del amor y el mar, se conmovieron tanto con el dolor que su llanto elevaba hasta Asgard que le concedieron su deseo; un susurro en la brisa le dijo que si saltaba desde aquel acantilado volverían a encontrarse. No lo dudó y tan pronto su cuerpo tocó el mar, se transformó en el agua salada de las mil lágrimas que había derramado. Recorrió los océanos buscando a su amado convertida en una corriente a veces furiosa y rápida, a veces tranquila y cálida… hasta que encontró el barco hundido donde aún moraba el espíritu de su amado. Se abrazaron con tal fuerza que formaron una enorme columna de agua que les elevó hasta el cielo en una explosión de amor que Freyja quiso hacer eterno, convirtiéndoles en estrellas para que iluminasen el camino de los marinos que vuelven al hogar. Creó también los geiseres, para que imitasen aquel abrazo infinito y recordaran así a los mortales que el amor verdadero existe.

Bea Dm Tarde de cobre en Chichicak. La tierra ardía bajo la lava. Tuiti se había despertado con una furia que dejaba en evidencia la soledad de milenios en silencio. No reparó en Face, la diosa del agua que discurría entre bosques con el goteo de la música entre las rocas, así que trató de atravesarla, sólo por casualidad y aburrimiento. Al tocarla ella se disolvió como una luna menguante y evaporada. Él ya no podía hacer otra cosa más que añorarla. Desde su corazón salvaje le suplicó su compañía, pero Face ya era nube.

Luciana Elsa Bonzo Suárez El discípulo lo visitó en el calabozo. Ante la mirada burlona de los carceleros, el joven lloraba y le suplicaba a su maestro que optara por el destierro.
—Podrás vivir.
—Con la vergüenza. No, de ninguna manera.
—Viviríamos juntos. Lejos de todos, donde nadie nos reconozca.
—La vida de un paria no es vida. Te amo. Recuérdame.
Los guardias los separaron.
“¡Cicuta!” reverberó la petición del condenado.

Alicia Gavilán Ella no me miró. No podía. Los amigos de los amos tienen derechos pero los esclavos, no. Sirvió el vino en mi copa y se fue. Desde ese día, sus ojos profundos son mis captores. Quisiera que ella me eligiese también, pero es imposible que su corazón sea libre cuando las cadenas marcan surcos en sus muñecas. Nunca sabría si me ama a mí o su libertad.


Para seleccionar estos textos, desde Portaldelescritor siempre tenemos en cuenta diferentes aspectos: que cumplan el reto, la calidad literaria, la originalidad, la redacción (no aceptamos textos con varias faltas de ortografía) y además siempre intentamos -en la medida de lo posible- incluir participantes diferentes y no repetir muchas veces a los mismos autores.

Los textos seleccionados serán publicados en un libro a principios del año que viene.