Qué difícil es ser superhéroe
No es fácil ser super-héroe 😉
Contadnos, en 15 líneas máximo, la cara oculta de la vida de un super-héroe o super-heroína. Tal vez su día a día es aburrido, tal vez está deprimido, es alcohólico, vago; o está envejeciendo, o fingiendo, o tiene problemas de amores, o no encaja en la vida “normal”, o tiene que entrenar mucho para mantener su imagen,… ¡Esa vida tiene que tener muchos lados oscuros o desconocidos! Puede ser una visión cómica, o triste, o dramática o sorprendente. Elige tu super-héroe o super-heroína favorito y cuéntanos.
MICRORRELATO CON MÁS ME GUSTAS
Esta mañana me levanté ilusionada pensando que los superpoderes del rayo que me cayó anoche se habían asentado en mi organismo. Intenté encender la vitro con la mirada, pero no funcionó y tuve que usar el dedo para hacer café, como todos los días. Rastreando en mi armario la ropa apropiada para parecerme a “Tormenta” -ya me veía compartiendo alfombra con Lobezno- no encontré el cuero negro ajustado al cuerpo muy propicio para la temperatura exterior, así que opté por ponerme lo mas fresquito y salir flechada. Traté de sacar dinero del cajero con el bonobús, pero el cajero me dio una colleja (automática, eso sí) por despistada. Corrí detrás del autobús pensando que en un salto de X-Woman lo alcanzaba, pero lo único que conseguí fue espumar por la boca y un aplauso de las abuelitas sentadas bajo la marquesina, dispuestas siempre a poner a caldo al conductor de turno por no esperarme. Yo sigo en mi empeño de verme invencible y prodigiosa, aunque se ve que mi nombre sigue siendo candidato a sustituir a Murphy en sus famosas leyes. ¡Qué lástima que el rayo no me hubiera partido en dos! La de trabajo que adelantaría; eficiencia y ocio multiplicado. Sin embargo sigo siendo una pobre autónoma con los poderes que me da el título: no caer enferma en días laborables, que no es poco.
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OTROS TEXTOS SELECCIONADOS
Ángel Alonso Hernández SUPERMÁN
Metrópolis está a salvo. Otra vez. Las calles quedan envueltas en el calor sosegado del anochecer mientras Superman sobrevuela la ciudad hacia su ático de la calle cinco esquina con la cuarenta y tres. Vuela despacio; nadie le espera. Lois Lane hace tiempo que lo abandonó. «No puedo aguantar más esta situación», le dijo a modo de despedida, como si eso fuera suficiente. Superman se da cuenta que tiene el traje manchado. Tendrá que poner la lavadora («programa largo, en frío, y mucho suavizante», recuerda). Luego una ducha relajante, y algo de comer. Visualiza el frigorífico y Superman (¿o es ahora Clark Kent?, ya duda) sólo es capaz de vislumbrar un par de tuppers medio vacíos; y es consciente de que la comida está en mal estado. «Al menos tengo unas cervezas», se consuela. Planea cabizbajo mientras piensa cual será la siguiente amenaza a la que debe enfrentarse, aunque con rapidez un pensamiento circular se le cruza en la mente: «¡Cualquier día de estos lo mando todo a la mierda!».
Glauka Kivara WONDER WOMAN
Hoy es su día. Desde que dos años atrás tuvo una contractura tensional que la dejó dos meses sin apenas poder levantarse de la cama, Wonder Woman se toma un día al mes solo para ella. Se registra en un discreto hotel a las afueras de la ciudad, sin móvil, sin armas, nada más que comida en abundancia y películas de dibujos animados. Tumbada en la amplia cama, ve una película de Disney tras otra mientras devora tarrina tras tarrina de helado. Al anochecer empieza a asaltar el mini bar y, cuando considera que ya tiene suficiente justificación, llama a Mística. Sólo oír su voz ya la hace temblar. Sabe que se presentará bajo cualquier apariencia, pero entre sus brazos su piel será azul y cálida, y disfrutarán de doce horas de dulce tregua. Mañana será otro día.
Carlos Jiménez Lacima BATMAN
–¿Quién eres?
–Soy Batman.
Sé que al principio resultaba divertido; emocionante, al mismo tiempo. Dar con el malo, contrarrestarlo y responder a su pregunta de forma escueta, sin titubear. Ahora todo ha cambiado.
–¿Por qué diablos les proveería de aquel artefacto que dibuja en el cielo un murciélago?
Ya puedes encontrarte en Islas Fiyi ingiriendo un magnífico cóctel que el mamífero volador termina representándose con todo su halo. Hasta en cierta ocasión, se trató de una falsa alarma; y yo con el gorro del revés por las malditas prisas.
He de reconocer que llevo tiempo meditando a quién pasar el testigo. Uno ya no está para estos trotes: necesito un sustituto, alguien a quien le pueda chiflar manejar el Batmóvil. Ya se encargará Robin de la burocracia.
–Hola, compadre. Se comenta que no llegas a fin de mes. ¿Te interesa un segundo empleo como super-héroe?
–En efecto, ¿de qué se trata?
–Solo tendrás que hacer de murciélago por Gotham cuando te competa. Vamos, cuando no estés salvando al mundo ni nada por el estilo. Vivienda y mayordomo incluido.
–¡De acuerdo! Pero tendrás que enseñarme a manejar esos chismes.
–Cuenta con ello, Superman.
Yolanda Fraile Carreras EL INCREÍBLE HULK
Debería buscarme un trabajo con el que ganarme la vida porque esto de ser super-héroe no es tan rentable como imaginé. Si hago recuento… ¿qué saco en claro de esto de tener poderes? Nada. Sigo viviendo con mis padres porque sin un sueldo…¿cómo voy a pagar una hipoteca?, no tengo coche propio, ni puedo comprarme ropa porque…bueno, ya se sabe, y tampoco puedo ir a cenar con mi chica a ningún sitio porque no tengo ni un euro en el bolsillo. ¡Esa es otra!, lo de la comida. Que yo me pregunto…¿no habrá cosas verdes que se puedan comer que no huelan a pedo? Estoy de comer brócoli…Mi madre está empeñada en que el brécol es la verdura que mejor me viene para mi súper poder, pero yo no lo tengo tan claro. Las aceitunas también son verdes, y yo las encuentro mucho más ricas y menos olorosas y flatulentas que esos mini árboles que ella cocina a todas horas y me hace comer para que mi color no baje de tonalidad. No sé, a esto de ser el increíble Hulk, yo le veo lagunas.
M.J. Arillo SPIDERMAN
¡No podía más! ¡Empezó a ser insoportable! Mis superpoderes no me servían en estos momentos para nada. Lo intenté todo: bocarriba, bocabajo, de un lado, del otro…incluso colgado cabeza abajo…¡nada! Me metí en el frigorífico, me puse encima de la estufa…¡nada! Ante mi mal humor, mi madre me aconsejó que fuera al médico ¡No me gustan los médicos! Pero la desesperación era tan grande que pedí cita. Me hicieron varias pruebas y analíticas. Volví a la consulta tres semanas más tarde para ver qué diagnóstico me daban:
-No es nada grave, no se preocupe- me dijo la doctora con una sonrisa.-Es usted alérgico a la lycra, de ahí los intensos picores.
“¿¿No es grave??” Pensé horrorizado: soy Spiderman, mi uniforme de trabajo es de lycra…pero eso no se lo podía decir a mi médica.
Carol Belasco Nunca morirá, y, en cierto modo, tampoco vivirá. Es consciente de ello, como lo es de cada amanecer en aquel mundo bajo un sol amarillo que no le vio nacer pero que es el único que recuerda.
Ha conocido el amor allí, el amor de la pareja que le llamó hijo aún no siendo ni de su misma especie, el amor de amigos de ese y otros universos, pero no el de ella, el de ella nunca. Ha soñado con ese amor, ha imaginado mundos y modos en los que ella se quedaría a su lado por siempre, pero los sueños no pueden ocultar que sería condenarla a amar un ser que jamás envejecerá, que la verá morir, que nunca le dará una familia. Se repite a sí mismo que alejarse de ella es protegerla, y se calla que el hombre más poderoso de todos los mundos, se siente aterrado de permitirse amarla para luego perderla.
Recordad que, para seleccionar estos textos, desde Portaldelescritor siempre tenemos en cuenta diferentes aspectos: que cumplan el reto, la calidad literaria, la originalidad, la redacción (no aceptamos textos con varias faltas de ortografía) y además siempre intentamos -en la medida de lo posible- incluir participantes diferentes y no repetir muchas veces a los mismos autores.
Un abrazo a todos/as y a seguir escribiendo.