Seleccionados #ViernesCreativo: rompe tópicos de fantasía medieval

hoy os proponemos ROMPER UN TÓPICO en una historia de FANTASÍA MEDIEVAL.
Ya conocéis los tópicos de este tipo de historia: el héroe es guapo, bueno y perfecto; las mujeres, indefensas damiselas; los malos son malísimos y sin dobleces o motivaciones lógicas; el bien triunfa al final; la magia lo resuelve todo, etc…
ESCRIBE UNA HISTORIA DE FANTASÍA MEDIEVAL EN 15 LÍNEAS (de word) Y ROMPE, AL MENOS, UNO DE ESOS TÓPICOS (u otros). ¡¡Vamos a ver esas historias originales!! Puedes dejar tu aportación como un comentario aquí debajo.
RETO EXTRA: Intenta romper TRES tópicos. 

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TEXTO CON MÁS ME GUSTAS

Jose M Fernández El joven monje vio, desde lo alto del campanar, como los guerreros se detenían en un calvero, probablemente para pasar allí la noche. Descendió raudo a comunicar la noticia al prior y este convocó a capítulo a los frailes.
–Hermanos –dijo el prior–, una amenaza nos acecha. Sabéis que no buscan nuestras riquezas, que no tenemos. Quieren saquear nuestra biblioteca, donde guardamos obras únicas, recopilaciones de saberes casi olvidados. Ante este peligro no nos queda más remedio que acudir a la Oscuridad, pero sabéis también que eso tiene un precio.
–¡Lo importante es que los libros se salven! –exclamó un monje copista.
Apagaron las antorchas y el prior sacó un libro de alquimia para recitar el conjuro. Al amanecer, una densa niebla se abatió sobre la región. Los guerreros esperaron a que levantara, vanamente. Acabaron perdidos, olvidados para siempre en aquel bosque. A partir de ese momento, los eruditos fueron dejando paulatinamente de acudir a la biblioteca del monasterio. Los volúmenes se llenaban de polvo, sin ningún uso. El olvido era el precio demandado por la Oscuridad, una de las formas del Mal.
La biblioteca se preservó, pero nadie pudo nunca recordar dónde se hallaba.

Me gustas: 25

OTROS TEXTOS SELECCIONADOS POR SU CALIDAD U ORIGINALIDAD

Elisenda Romano Hundió la hoja en el pecho del príncipe quien, pálido de muerte, miró la herida carmesí. La princesa se alejó de él, tiró la daga ensangrentada al suelo de la torre y salió corriendo hacia el exterior, donde a plena luz del crespúsculo, la bestia aladase revolvía herida.
La princesa se acercó a él y puso sus manos sobre las escamas plateadas que, como si fuese un espejo, le mostró su silueta desgreñada y enjuta fundida con la de él, y ambos, princesa y dragón, fueron solo uno.
La herida no era profunda y, a pesar de sus alaridos, sobreviviría. Ella posó sus labios en el cuello de la bestia, que agachó la testa para recibir el beso de la princesa. La boca caliente de ella se abrió en torno al labio inferior del dragón, que abrió las fauces para corresponder su amor grotesco. Sin embargo, cuando cerró su dentadura, el cuerpo decapitado de la princesa cayó al suelo bañado de sangre.
La princesa nunca escapó de su torre.

Anabel R S-c La muerte me acecha, lo sé, llega el final de mis días. Pocos saben la verdad de mi historia. Ginebra, la gran reina, que fue capaz de guiar a sus caballeros hasta el Santo Grial. Muchos ya no recuerdan a mi esposo, el Rey Arturo, ese pusilánime engreído, que se lanzó a los brazos de Lancelot en cuanto tuvo ocasión. Tuve que deshacerme de ellos, yo Ginebra, la más bella, traicionada por mi esposo. Rocié cierto veneno en sus jarras y tan entregados estaban a sus pasiones desenfrenadas y a los efluvios del alcohol que ni se percataron. Cuando aparecieron muertos acusaron a su hermana, la bruja Morgana, la encerraron en un inhóspito torreón, donde fue asesinada días después. Yo quizás tuve algo que ver, ni sus malditos conjuros ni su magia la libraron de ese final. Nadie sospechó de mí, la dulce Ginebra. Sin Arturo, sin Morgana sin Lancelot ¡por fin! podía librar las batallas que siempre había soñado, con ellos, mis guerreros, los caballeros de la mesa Redonda. Mis hijas serán las continuadoras de mi estirpe, también ellas se han armado como caballeros. Ya puedo dejar este mundo…

Verónika Lorite El Rey Ernesto “el grande” decidió que únicamente la magia de su sumo sacerdote podía solucionar el delicado problema en el que se encontraba el reino. Desde que la princesa Eleonor fue presentada en sociedad se habían realizado veinte bailes de presentación, trece torneos y cuatro juegos florales. El vencedor de cualquiera de ellos podría ser digno de conocer a la princesa. El problema es que nunca nadie se presentó. La princesa Eleonor, era alta como su padre, pero también estructuralmente tan grande como él. Su enorme mandíbula había hecho llorar a más de un infante en sus ya veinte años de vida, y su humor, o la carencia de él, había conseguido que todos los caballeros casamenteros emigraran a los reinos colindantes. Por todo ello el linaje real estaba en peligro. El sumo sacerdote se encerró en sus aposentos entre antiguos libros de hechicería blanca y negra pero tras cientos de pócimas, encantamientos e incluso algún que otro sacrificio no-humano, nada parecía funcionar. El Rey desesperado le concedió el honor de desposar a su hija, quedando implícito en el acuerdo que lo siguiente sería su sacrifico si se negaba. El sumo sacerdote desposó a la hija del Rey, obrando su magia con ella. Afortunadamente el linaje real se preservó a pesar de que Juan, así se llamaba el sumo sacerdote, no superó la noche de bodas. Miles de hogueras se prendieron aquella noche en el reino, conmemorando la hazaña de San Juan y aún hoy, cada 23 de junio miles de personas lo conmemoran esperando erróneamente obtener un poco de su magia.

Eloina Calvete Garcia Les voy a contar la historia de dos mujeres galanas, doña Elvira y doña Sol; hijas del Cid, don Rodrigo, y de Jimena, su dama. Ilustre progenitor que las obligo a casarse, sin saber que las dejaba a merced de dos cobardes. Los infantes del Carrión, envidiosos y ruines, quisieron cobrarse en ellas sus rencillas con el padre.
Tras las bodas y convites las llevaron hasta el bosque, toda suerte de maldades cometieron ambos hombres; y las dejaron por muertas. Craso error de los infames.
Libres de sus ataduras y, aunque magulladas, vivas, doña Elvira y doña Sol dan rienda suelta a su ira. No quedará sin castigo la humillación recibida.
Ambas sabían luchar, no son bobas las dos damas; entre bordado y bordado, entre cantinela y danza, en el manejo de armas también han sido adiestradas.
Y una noche, con sigilo, recuperan las espadas que don Rodrigo cedió a los malvados infantes. La Colada y la Tizona, bien afiladas y hermosas, cumplirán su cometido en manos de las dos mozas. Un corte aquí y otro allá, en menos que canta un gallo, los infames de Carrión se quedaron sin sus ‘cosas’. Pues justa venganza es que pierda sus atributos quien hombre no sabe ser.

Andrea Martínez La princesa fue consciente de que jamás vencería al enorme dragón con aquella espada. La torre estaba demasiado lejos y la bestia era descomunal. Cuando el dragón se dirigía a ella, con las fauces abiertas, la chica levantó el arma, logrando que el sol se reflejase en la hoja y cegase momentáneamente al monstruo. La chica arrojó la espada al suelo y aprovechó aquellos preciosos instantes para correr campo a través hacia la torre.
De repente, apareció una figura encapuchada a lomos de un caballo. Lanza en mano, se dirigió a toda velocidad hacia el dragón. Apuntó hacia su garganta y arrojó el proyectil con toda la fuerza de su brazo.
Al galope, alcanzó enseguida la torre, entre los rugidos de dolor del monstruo. Desmontó de un salto y ascendió por la escalera a toda prisa.
Se encontró a la princesa sentada en un escalón, llorando, asustada. Se sentó a su lado y se quitó la capucha.
La princesa se arrojó a sus brazos y ambas mujeres se besaron con pasión.

Carolina Delgado A tientas busca en las esquinas de su celda, donde sabe que encontrará la que ahora es su principal fuente de proteína: cucarachas y otros insectos similares, fruto de la humedad y la insalubridad. Atrás quedaron los días de gloria en los que al frente de un ejército conseguía anexionar nuevos territorios a su reino. Atrás quedaron esas batallas y sus muertos, entre ellos sus dos hermanos y su mejor amigo.
Nota el cosquilleo de unas pequeñas patas entre sus dedos e instintivamente cierra el puño para atrapar a su presa. El ansia de captura ha impedido un buen control de la fuerza y nota cómo los humores de su trofeo mojan la palma de su mano. Conteniendo la respiración para diluir el sabor amargo del bocado, abre la mano y lame los restos del insecto. Su cuerpo responde con una arcada, pero consigue mantener el alimento dentro de su cuerpo.
Debe mantenerse con vida. Es su único propósito. La profecía establecía que tras la derrota en el bosque del unicornio maldito y su posterior reclusión, un enano a lomos de un borrico acudiría a su rescate. Y aquí está ella, soñando con su enano y en volver a sentarse en el trono del reino de los faunos.

Eva Maria Alcaide El destino de Cateline parecía predestinado a morir en la hoguera. Pues bien era sabido en el lugar que descendía de una familia de mujeres hechiceras. Heredera de dones inexplicables, siendo niña juega con sus raídas ropas con vecinos de su edad. Acompaña a su madre a escondidas a su trabajo en la cocina de una familia adinerada, donde en ocasiones se escapa para curiosear por la mansión, descubriendo la biblioteca del lugar. Desde ese momento y hasta su adolescencia, donde trabaja de sirvienta, curiosea los libros que habitan en dicha habitación. Allí se encuentra con libros de lectura con los que fantasear, religiosos y de medicina. Cateline los devora casi todos, pero son los de medicina los que con el paso del tiempo acaban acaparando toda su atención. Sumando dinero con su trabajo en la mansión, vendiendo pócimas a escondidas y cosiendo para otras familias adineradas se paga un curso de enfermera. Negada a mostrar sus dones genéticos, para la gente del lugar esta hechicera con carácter independiente era distinta a las de su jerarquía. Con sus veinticinco años se había convertido en la enfermera de los pobres del lugar. Se murmuraba entre las calles, que había cambiado su destino e incluso quizás también las de las generaciones venideras. Pues tras haber sido quemada su madre seis años atrás logró quedar inmune de dicho nefasto final haciendo creer que trabajaba en la medicina tradicional porque no había heredado dichos genes. El poder del conocimiento le había proporcionado la destreza para ser salvada de sus verdugos.

Carlos Di Urarte El portal se abrió con un trueno entre las nubes de tormenta. Al otro lado, sombras ominosas se agolpaban para entrar. La sacerdotisa alzó el cuchillo para sacrificar al príncipe vírgen y concluir el pacto con los Dioses Araña.
—Y con este sacrificio virginal sello el destino de este mundo y abro la puerta…
—Te digo que no soy vírgen —gimoteó el príncipe atado sobre el altar.
—¡Detente, Sya! —exclamó Alba, la paladina de la luz, casi sin aliento tras subir los seis pisos de la torre. La lluvia repiqueteaba en su armadura de acero.
Alzó la gema del sol y rezó una plegaria a su dios purificador. La luz brillante bañó el lugar, y un coro de ángeles y campanas gloriosas lo inundó todo.
La gema se quebró y la luz se extinguió de golpe. El príncipe maniatado, que intentaba huir del altar arrastrándose como un gusano, se cayó del borde y se abrió la cabeza. Hasta el viento contuvo el aliento.
Sya y Alba contemplaron al príncipe muerto. El portal dejó pasar a los viejos Dioses Araña, y ambas se miraron. Mientras el mundo caminaba hacia su destrucción, se fundieron en un beso que hasta ahora no reconocieron desear.


Para seleccionar estos textos, desde Portaldelescritor siempre tenemos en cuenta diferentes aspectos: que cumplan el reto, la calidad literaria, la originalidad, la redacción (no aceptamos textos con varias faltas de ortografía) y además siempre intentamos -en la medida de lo posible- incluir participantes diferentes y no repetir muchas veces a los mismos autores.